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EN DEFAULT CON LA TIERRA

Hace unas semanas se dio a conocer que la Argentina alcanzó el default ambiental. Esto significa que, en tan solo seis meses, nuestro país ya consumió todos los recursos naturales que puede producir durante el año, y que durante el resto del 2022 consumiremos recursos que deberían ser para el futuro. 

¿Cómo se dio a conocer esta noticia? Gracias a los datos obtenidos por la Huella Ecológica, que realiza una medición de los recursos que tenemos y el uso que les damos. Así fue como, el 24 de junio, alcanzamos nuestro “Día del Exceso de la Tierra”: oficialmente, estamos en deuda con el medio ambiente. 

La iniciativa lanzada por Global Footprint Network, a partir de la cual se designan los Días de Exceso de la Tierra, tiene como objetivo concientizar a las personas: hacer que nos demos cuenta de lo rápido que estamos consumiendo los recursos naturales y los ecosistemas alrededor de todo el planeta. 

Lo que los resultados muestran, es que estamos usando un 75% más de los recursos que nuestro planeta puede generar en un año. Como afirmó el director de la Fundación Vida Silvestre en Argentina, Manuel Jaramillo, en la web de la organización: necesitaríamos dos planetas Tierras para poder abastecernos y sostener los sistemas de producción y consumo que manejamos hoy por hoy. 

Tomémonos un segundo para alejarnos de los números, y reflexionar acerca de lo que esos números significan. Decir que estamos en deuda con nuestro planeta no es gratis: significa que, si no cambiamos nuestro vínculo con el medio ambiente de manera urgente, cada vez estamos más lejos de poder salvar los ecosistemas en los que vivimos y los recursos con los que nos abastecemos. 

A diferencia de otras deudas u otros conflictos, el deterioro del medio ambiente rara vez explota en nuestras caras. Más bien se presenta como acciones paulatinas y recurrentes, un poco más de calor cada año, otro incendio durante el verano, otra inundación, algunos árboles menos… Y aunque no podamos notarlo de manera inmediata, necesitamos entender la urgencia del problema. Necesitamos analizar la situación y comparar nuestros recursos naturales y nuestro clima con años anteriores. Necesitamos contactarnos con la tierra y percibir.

Al igual que con los conflictos sociales y económicos, este también nos interpela. Porque, lo que tenemos que entender, es que no solo estamos atentando contra la vida silvestre del planeta, sino también contra la nuestra, la de nuestros seres queridos presentes y futuros, y la de toda la humanidad.